“Nunca pensé que un domingo 13 de octubre de 2024 iba a estar corriendo una carrera como la de LA GACETA”, reconoce Facundo Álvarez Villamil. Cada vez que pasa un arco de llegada en una carrera, es lograr un imposible para él porque después de entrar tantas veces a un quirófano, una situación constante para quienes tienen mielomeningocele, la cuestión no pintaba bien. “Llevo 14 operaciones”, contabilizó el atleta de 31 años. 

Por ese diagnóstico, Álvarez Villamil debe valerse de una silla de ruedas, o bastones también, para desplazarse. Sobre su silla de ruedas completó los 10K LA GACETA, como ya lo hizo un par de veces en otras carreras de la misma distancia, cuatro en total este año. Si un diagnóstico como ese lo sorprendió, por todo lo que hizo y parecía que no iba a poder el estado de asombro se mantuvo. Increíble. A esa lista de situaciones de vida improbables de Álvarez Villamil, por la carrera del diario, tuvo que agregarle un episodio más que va en la misma línea.

Sumó un amigo en la carrera. Planteado de esa manera suena como algo común porque en esas citas siempre se conocen personas y se genera algún vínculo. Pero ¡ojo! Es literal lo que le sucedió. Es más preciso afirmar que fue “en carrera” cómo se conocieron con Horacio Rivkin. “Él largó primero poco más de comenzar lo vi que iba solo y le pregunté si quería que lo acompañe. ‘Encantado’, me dijo”, relató el Profesor de Educación Física. Y desde ese momento los dos vivieron algo que no les había sucedido en ninguna competencia.

“Hace 44 años que soy maratonista”, tiró el dato Rivkin. “Fueron mis segundos 10K, pero antes corría distancias más cortas de 2K y 3K”, explicó Álvarez Villamil. Antes o después de largar, los dos siempre conocen a alguien. Esta vez fue distinto. “Venía subiendo por calle Santiago y cuando doblo por 25 de Mayo él iba más rápido que yo. Me acerqué y le pregunté si quería que lo colabore”, describió Rivkin. Se dijeron sus nombres con la respiración entrecortada al igual que el sí de “Facu”.  “Fue la primera vez que conocí a alguien de esa manera. No me lo esperaba. Yo siempre corría sin compañía y me iba alentando, je”, sigue contando Álvarez Villamil sobre su modo de terminar los recorridos. “Me dijo: ‘yo seré tu compañía hasta que terminemos la carrera’”, recordó el atleta.

“Facu” nunca antes había tenido un compañero o asistente. Lo experimentado con Rivkin le gustó tanto como para repetirlo. También ve con buenos ojos entrenarse a la par de alguien más. Con Horacio, buscan la compatibilidad de horarios, lo único que los frena para concretar la experiencia porque ganas sobran. Además, por el recorrido de la carrera, la asistencia le vino muy bien. Los 21K LA GACETA llevaron a los participantes a correr por el corazón de la ciudad privilegiando algunas zonas históricas por encima de los sectores que contaban con un mejor terreno. “Hubo partes como en la Casa Histórica que está adoquinado que él me ayudó un poco”, afirmó “Facu”. “Cerca del parque, cruzando la avenida, hay unas alcantarillas y tenía miedo de quedarme atascado ahí”, agregó otra de las zonas en las que le vino bien el acompañamiento del Profesor de Educación Física.

“Cuando me recibí, colgué el reloj”, responde Rivkin con respecto al tiempo que empleó para recorrer el circuito de segunda importancia. Si optó por dejar de mirar el cronómetro es porque, primero, lo considera traumatizante, algo que le quedó de su época de estudiante. “Además nunca corrí por tiempo”, aportó y dio sus dos premisas que lo impulsan a llegar a las metas y que junto a Facundo pudo cumplir sin inconvenientes, como si hubiera corrido solo. “Cuando corro, primero, me planteo no caminar en todo el recorrido y la otra no ser último. Si me siento cansado o agitado, lo que yo recomiendo es no bajar el ritmo de carrera”, comentó.

Toda esa información fue compartida durante el recorrido, además de alentarse. Si Ravkin y Álvarez Villamil no sintieron diferencias es porque ambos son deportistas que toman la actividad con seriedad. Sin conocerse pudieron tener la coordinación correcta porque llevan el “ADN del Deportista”. “Tiene un desarrollo muscular extraordinario. Principalmente, en el tren superior y en las manos. Tiene muy buena preparación”, elogió el hombre de 59 años que corre desde los 14.

Álvarez Villamil pese a sus dificultades motrices, no sintió que nada lo frenara. “Me encanta hacer deportes. No me gusta estar quieto. Correr en silla de ruedas fue elección mía”, reconoció refiriéndose a que con o sin el problema congénito sería deportista igual. Pasó por el básquet, el tenis, por el parapowerlifting que es levantamiento de pesas. “A mi no se me terminó de formar la columna, por eso no tengo sensibilidad de la rodilla para abajo. Y para caminar, aparte de los bastones uso en mis piernas unas ortesis (sirven para mejorar una función disminuida) que me sostienen los pies y las piernas para que pueda caminar”, definió su patología.

El abrazo con Rivkin en la zona del parque 9 de Julio bajo el arco de llegada fue lo que diferenció la nueva meta concretada de “Facu”. La medalla que se llevó por terminar era la misma que su nuevo amigo se colgó. Lo que se mantuvo igual fue quienes recibieron al atleta: sus padres, Eduardo Gaspar y Viviana Beatriz. “Creo que ellos nunca pensaron que yo iba a poder hacer tanto. Mi mamá, en la primera carrera de 10K estaba muy preocupada por si iba a llegar o no”, recordó Álvarez Villamil. 

A poco más de un año de haber corrido sus primeros 10K en julio pasado en la Maratón Independencia, “Facu” ya le apunta a la edición 2025 de los 21K LA GACETA. Aunque antes deberá competirle a su agenda y a la de su nuevo amigo porque quieren conquistar la ciudad otra vez. La carrera para ir juntos ya está en marcha.